miércoles, 27 de mayo de 2009

Ma. Teresa Figueroa Damián

LA JEFA

Está chida la foto, lástima que le pusieron esas palabras. Pero la voy a recortar y seguro que más adelante nadie se va acordar de lo que dijeron. Nunca habíamos salido en el periódico, y míranos, parecemos pirrurris: la Jefa sonriendo nosotros con nuestros mejores trapitos. Pero de verás que se pasó.

Como siempre exagerando eso de limpiar, hasta el jabón lava. Bien pudo evitar estos trastornos, empeñamos hasta las cubetas. Cuando los chamacos crezcan y vean el recorte les voy a decir que estábamos festejando a la Jefa y no será mentira porque sí que fue festejo.

¡Ay Jefa! a ver si para la otra se fija y deja de andar desentilichando la casa como acostumbra. Y Carlos que dejó ahí la tal tarea. ¿Desde cuándo estaría guardada? Yo todavía no me casaba pero me acuerdo que vi los huesos oreándose en la azotea. Todos los vimos pero Carlos dijo que era un trabajo que le dejaron en la Facultad y que cada es estudiante iba a armar un esqueleto.

El ministerio público nos habló como si estuviera ladrando, que ustedes son los cómplices, que la mujer parricida, así le puso a la Jefa. Carlos fue el único que tuvo ánimos de explicar lo de la tarea: que era parte de la clase de anatomía, que en ese tiempo era fácil conseguir la osamenta nomás con una propina. A nosotros nos pareció muy claro, muy convincente pero el Sr. Agente que no, que auto ¿o acta? de formal prisión. Mamá muy digna con su falda que se pone para ir a las juntas en la colonia, nomás dijo que estaban en un error, que ella nomás había descombrado el cuarto de las escobas y que encontró ahí los huesos.

Para algo tan simple tuvimos que conseguir un abogado y pagar fianza. Vuelta y vuelta. Con la angustia de que se nos fuera a enfermar o que la fueran a lastimar en la penal. ¿Será tan difícil entender que ella sólo quería limpiar la casa? Declaró una, dos, diez veces que le pareció correcto juntar todo en un costal y sacarlo cuando pasó el camión de la basura. Cuando escuchó en el noticiero de lo que llamaban el macabro descubrimiento ni siquiera pensó que tuviera que ver con ella. Empezó a preocuparse cuando vio que pasaban las patrullas y que el personal de limpia señalaba nuestra acera. Pero lo peor, cuando llegaron los policías y preguntaron que si en esa casa habían tirado un costal con restos humanos, no fue capaz de negarlo. Con toda la ingenuidad dijo que sí, que ella había sido. ¡Ay jefa!

Menos mal, después de tanto problema, y de tanto gasto ya estamos de vuelta en casa. Y salimos muy bien en ese retrato, los tres hijos abrazando a su madre, lástima que debajo se lea “por falta de pruebas sale libre la vieja encostaladora”

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